LEYENDA DE LA INDIA JARABA
La Leyenda de la India Jaraba es ampliamente conocida en Jarabacoa. Ha sido descrita como la India más hermosa y más buena que haya existido en todos estos contornos; de ella heredan las mujeres de Jarabacoa la bondad y la belleza.
Jaraba es en la
historia de nuestro pueblo, y para la generalidad de los jarabacoenses, el
prototipo de mujer; es más conocida y venerada que cualquier otra figura
femenina de nuestra historia.
Jaraba fue una India mortificadamente bella cuya abundante y negra
cabellera no solamente cubría los rojizos cajuiles de su pecho, sino también otros de los múltiples encantos que presentaba en su maravillosa anatomía. En
sus grandes ojos, hicieron morada eterna los luceros y en sus labios desparramaron
sus niveles los más ricos panales.
Descendiente directa de la casta anacaónica por lo que confluían en ella,
armoniosamente, exquisita belleza y gran talento.
Cuando era apenas una niña
fue tomada, con características de hija más que de esclava, por un matrimonio
español que en los tiempos de la colonia llegó al valle de La Vega Real en
donde el cálido clima tan distinto al de su región de origen lo empujó a seguir
caminando a la montaña…
Fue así como estos esposos españoles llegaron hasta el
lugar que hoy se denomina La Trinchera de Jarabacoa, y que es la misma
altiplanicie donde se encuentran el Hotel Pinar Dorado, Los Jardines y el meritorio
Colegio Salesiano. Allí fundaron un hato y conocieron y adquirieron a la dulce
indefinida “Jaraba” a la que tomaron gran cariño y muy pronto enseñaron su
idioma y la capacitaron lo suficiente…
Dadas las condiciones de religiosidad y bondad del matrimonio, a los indios
de la comarca no les faltó orientación y especialmente asistencia cuando
enfermaban; éstos en reciprocidad a tan paternal y permanente ayuda, trabajaban
afanosa y des-interesadamente en el hato que por su acelerado crecimiento se
hizo famoso en la región.
Varios años transcurrieron en ese ambiente de laboriosidad y amor, hasta
que un día el hato se estremece y el matrimonio se derrumba con el
fallecimiento de la dama española. El esposo sumido en gran tristeza, afrontó
la responsabilidad del hato y de su hogar, pero ahora, su persona de confianza
y consulta pasaba hacer “Jaraba” que ya no era la indiecita imberbe sino un monumento
de mujer, que tal vez por imperativo del paisaje, aumentó su elegancia y
belleza en forma irresistible ante los ojos de cualquier mortal.
Al cabo de un tiempo, el caballero español decidió superar su soledad, pero
por su apego a los preceptos cristianos, propuso matrimonio a Jaraba con quien
se trasladó a La Vega en donde un sacerdote español realizó el desposorio con
todo lo de la ley de la iglesia de Dios.
Al correr del tiempo, también fallece el caballero español, quedando “Jaraba”
como dueña y señora del hato.
La sustancial ayuda y el buen trato que daba Jaraba a sus semejantes, la
colocaron en un sitial de Diosa, por lo que los indios acudían a ella con
respeto y veneración; de ahí que, cuando ella tiene que acudir al llamado de la
muerte, regiones enteras de la grey de Jaragua y Maguana siguieron visitando su
lugar preferido: El Hato de Jaraba, nombre, que tal vez por costumbre de la
época o por querer indigenizarlo más, le fue agregado el sonido “coa”. (Como
Baracoa, Yabacoa, y etc…) y por eso, en medio del triángulo que forman los ríos
Bayguate, Yaque y Jimenoa, la justicia indígena, y en honor a tan valiosa India,
bautizó al famoso Hato aquella vez y para siempre con el nombre de “Jarabacoa”.
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Fuentes:
Herrera, Rafael V. Jarabacoa:Origen y Desarrollo Histórico.
Ramirez, Victor M. El Nuevo Jarabacoa.
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